domingo, 28 de marzo de 2010

MADRIZ-CHINA-MADRIZ (Cuaderno de bitacora)

20 de mayo

Los días transcurrían monótonos. Hu-an, había comprendido lo estupido de su idea y había desechado cualquier intento de volver a enfrentarse a sus pasajeros. Paqui le curo y dos o tres veces mas aun cuando ya no necesitaba cura pero Paqui es así cuando se pone a algo… y luego claro le cuesta dejarlo. Kevin disfrutaba de la pesca. O lo que aquello fuera. Le obligaba a Hu-an cada dos días a acercarse a la orilla del río y subirle cualquier cosa que el pudiera enganchar en sus anzuelos. Si eran lombrices, bien. Si eran una larvas asquerosas de gusano que dormitaban en algunos arbustos, también. Si eran insectos, voladores, trepadores, arácnidos de color o cualquier otro bicho que se dejara cazar sin resistencia o que pasara por allí descuidadamente, Kevin lo guardaba como un tesoro en su caja de pesca y uno tras otro, sin importarle el tipo de pez la profundidad de las aguas o cualquier otro dato que pudiera darle una idea sobre que cebo tirar, iba ensartándolos para luego lanzar la caña. A veces a cinco metros otras cerca de cincuenta. Para Kevin aprender a poner los plomos adecuados fue un descubrimiento. Para Paqui y Hu-an un alivio. (Kevin nunca llego a pescar nada. Hay una leyenda urbana que dice que este comentario corrió entre los peces como la pólvora. Dicen que el rape tiene así la boca, desde que se entero)

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