Tengo una buena colección de discos elepes. Si, esos discos tan antiguos que se guardan en fundas de cartón y tienen un tamaño de cerca de treinta centímetros de diámetro. Necesitan de un tocadiscos y dos altavoces para poderlos oír. Nada comparado con los diminutos ipod y otros similares que funcionan recargando su batería y conectados a unos “cascos” directamente al oído.
Estos días ha venido mi hermano a casa y hemos estado poniendo estos clásicos otra vez, recordando anécdotas y riéndonos de algunas portadas y como no de algunos discos que creo, que únicamente tengo yo. Todo esto para llegar a la conclusión de que el sonido del “tocata” no lo han podido mejorar.
epch
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