lunes, 16 de enero de 2012

Hoy me he despertado sobresaltado. He tenido un sueño que no termino de entender. Paseaba por la playa y podía distinguir a cierta distancia, la gaviota blanca que he soñado otras veces, la gaviota blanca que espera mi muerte para devorarme el alma. Se mantenía a distancia de mi mientras evitaba las olas suaves que llegaban a la orilla. Siempre era igual. La gaviota picotea constantemente la orilla húmeda buscando algún alimento pero no quiere volar y pescar en mar abierto, prefiere acecharme y esperar su oportunidad.
De pronto el mar que hay entre la gaviota y yo se retira como otras veces y deja al descubierto una piedra negra que me parece imposible no haber visto antes. Sigo andando hacia ella intrigado pero la gaviota al verla lanza un graznido aterrorizada e inicia el vuelo huyendo rápidamente. Yo soy incapaz de comprender lo que esta ocurriendo. La gaviota vuela alto en círculos sobre la playa y de pronto la piedra comienza a moverse.
Crece despacio, incorporándose, y perdiendo su forma maciza para hacerse dúctil y sinuosa como si fuera una sombra muy negra. La brisa hace que se mueva sin llegar a deshacer aquella cosa que cada vez se parece mas a una figura humana. La gaviota aterriza a una distancia mas que prudente sin dejar de observarla desconfiada, mientras la figura termina por transformarse en una mujer cuyo vestido negro no deja de ondear al viento al mismo tiempo que su pelo. Parece que toda ella flote sobre la arena.
Después de unos instantes se dirige a la gaviota que la mira fijamente, inmóvil, como si se hubiera convertido en una estatua de piedra que empieza a desvanecerse a medida que la mujer se acera a ella. Cuando ha desaparecido completamente la mujer se vuelve lentamente hacia mi y empieza a desaparecer sin que pueda llegar a ver su cara.
Como si fuera una pesadilla me he despertado en mi nicho y he pensado que quizá la gaviota hubiera empezado a devorarme pero no la he visto en todo el día y tengo el presentimiento de que no volveré a verla.

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