viernes, 16 de diciembre de 2011

Tengo otro refugio. Lo hice para dormir. Es un hueco que excave con las manos en la arena de la playa lo mas alejado que pude del mar. Cabe mi cuerpo holgadamente y es tan alto como dos veces yo tumbado. El sol lo calienta durante todo el día y por la noche es confortable. Esta pensado para que me sirva como tumba si llega el momento.
Calculo que si tengo suerte y muero dentro de él la arena que mueve el viento cubrirá mi cuerpo en tres o cuatro días y quedare totalmente sepultado. No quiero que mi cuerpo quede expuesto al aire libre para que lo picoteen los pájaros o que el olor de mi carne muerta se extienda como una calamidad por esta isla. También espero engañar a la gaviota que quiere comerme el alma.
Ayer mientras lo limpiaba cuidadosamente me dio por pensar si no estaría ya muerto y esta isla fuera mi destino o un sitio de paso donde esperar el definitivo. Quizá cuando muere mucha gente por una guerra o un terremoto algún dios decide que estos muertos esperen en un espacio distinto y solo donde puedan repasar sus vidas.
Quizá la luz mágica que dicen que se ve al morir sea el sol que te ciega al llegar por primera vez a la isla. Quizá cada estrella que vemos en el cielo sea una isla como esta preparada para albergar un alma sin destino. Aquí el tiempo no pasa, no hay nada que hacer, nada por lo que luchar. Ya lo hiciste todo, bien o mal, en la otra vida.
Es posible que en alguna lugar, en otro tiempo ya me este pudriendo y si sea necesario perder la memoria.
Por eso nunca nadie vendrá a buscarme.
Creo que es una buena idea haber hecho esta tumba.
Espero que alguien cubriera mi cuerpo.

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