Se llama Zeus. Es grande, blanco, zalamero y miedoso. Tiene una oreja negra y ojos curiosos de niño pequeño.
Hoy domingo, por la mañana, mientras escribo ha venido a verme. No lo hace siempre así que imagino que necesita comida o juegos. Se siente frente a mi y me ronronea para advertirme de su presencia luego mete su cabeza entre mis pies y rápido pasa a la acción mordiendo mi mano y lápiz que sujeta. Se que si no le hago acaso, aprieta hasta que lo dejo todo o le regaño enérgicamente. Entonces se despide de mi con un quejido amargo y se esconde en un lugar oscuro.
Hoy decido hacerle caso. Al fin y al cabo no es tan importante lo que escribo. Lo dejo todo y nos ponemos a jugar: le acaricio el cuello y le araño detrás de las orejas mientras se tira y se hace el muerto. Luego le agarro de una pata y le doy vueltas sobre si mismo hasta que se marea y me tira un bocadito sin intención. (Si esto parece cruel, el niño le hace la carretilla por todo el salón y la cocina hasta la terraza mientras Zeus maúlla como si fuera una ambulancia del ciento doce. Nunca he sabido si maúlla de miedo o nervios como le pasa a los niños pequeños en el tobogán) Entonces pongo música y le cojo por debajo de las patas delanteras como si estuviera de pies y le hago andar. Me muero de la risa porque siempre me parece el primer gato-zombi sin cuello. Toca el hocico. Se lo agarro suavemente como para que no grite y espero paciente a que quiera soltarse arañando con sus cuatro patas a la vez de manera nerviosa. Finalmente nos quedamos los dos tirados en el suelo de costado midiéndonos, vigilándonos para ver quien se mueve antes y pierde el juego. Siempre soy yo. El cree que es porque se me quedan fríos los riñones pero es porque me dejo ganar. Luego mientras me lavo las manos en el baño antes de volver a escribir, veo que el hace lo mismo con su lengua despacio y poco a poco por todo el cuerpo. Por la intensidad que pone a veces me parece que a él le divierten estos juegos mas que a mi.
Hoy sin embargo mientras volvía a abrir el cuaderno a intentado formalizar relaciones con mi pantorrilla. Y aunque ha sido solo un instante y mi pantorrilla se ha negado la declaración de intenciones estaba hecha. Cuando me he repuesto de la sorpresa hemos tomado una decisión: el veterinario. Mala suerte, no conocía alguna gata que necesitara un macho para esa tarde. Dejamos instrucciones de que si llegaba una gatita maullando de necesidad nos avisase al teléfono de contacto. Al de la ficha. Y volvimos a casa pensando en alguna otra solución. “Zeus – le dije al llegar – esto puede durar unos días. Vamos a poner un anuncio por palabras en un periódico local. Tu aguanta y no me mires las piernas.” Dicho y hecho, llamamos por teléfono y mas o menos quedamos así: “ Gato europeo muy grande, macho, busca gatita guapetona para el próximo fin de semana” O eso creíamos porque el lunes por la mañana apareció el anuncio ligeramente… un poco… digamos que parecido: “ Tato, europeo, grande, muy macho busca gatita juguetona para fin de semana” Y un numero de teléfono, el nuestro que estuve a punto de ahogar en la bañera por la vergüenza de que sonase. Decidimos quedarnos el teléfono y decir que había sido un error de imprenta si nos llamaba alguien conocido. Lo difícil de explicar era lo del fin de semana sonaba mal lo reconozco pero se trataba de que Zeus se lo pasara bien tres o cuatro veces no de que iniciara una relación.
Bueno pues el jueves habíamos recibido cuarenta u una llamadas de las cuales treinta y nueve eran desde “Siamesas bien dotadas” pasando por “Tu gata de nata” y tugatatuconejootuchuzodepunta@pasayapagalaluz.com hasta “Casada insatisfecha virgen busca nido. Tengo disfraz de carnaval del musical Cats y bigotes de alambre” que ya pensé yo que eran ganas de aportar datos.
Espero que Zeus entienda que esto no es lo que buscabamos. Hemos repasado una a una la lista de llamadas y no lo tenemos (tiene) fácil. Lo peor es que las otras dos llamadas con posibilidades nos piden una pasta. Uno doscientos cincuenta euros y argumenta que la gata la tiene para eso. Acabamos discutiendo claro y mientras yo le llamaba chulogatas el me soltó marinoseque y algo de los borbones entre interferencias.
El otro ha bajado hasta los ciento ochenta euros. Ya le he dicho: Zeus, tu cuanto tienes en la hucha? Ni me ha contestado. Ha ido hacia la puerta y ha medio camino ha empezado a chuparse. Cuanto saben los animales. Yo por mi parte voy a coger el teléfono de las siamesas a ver que quieren.
siamesas dos, siamesas gatas, ya veremos.....jeje
ResponderEliminarCreo que a estas alturas Zeus se lo merece.......suelta la guita, o se va a volver un casca.........rrabias.....y no hay cosa peor que un cascarrabias virgen!! haz el favor!! eso, o el chino se lo tendrá que llevar en busca de las siamesas..más bien para ayudar al principiante!! quien a quien? jajajaja.
ResponderEliminarorquidea: de verdad crees que son gatas? humm... no lo habia pensado ;)
ResponderEliminaranonimo: no se me ocurrira llevar a Zeus. en china tenemos un dicho: "gato a osculas, alaña todos los culos". pol si acaso.
bss chinos,